Después de casi dos décadas dedicadas al marketing, mi proceso me ha llevado a encontrar mi propósito. Con pasión, entrega y responsabilidad he trabajado para ser el mejor profesional posible. En un momento del camino, me paré y pensé: “¿Esto es lo que he venido a hacer a este mundo? ¿Lo que hago le deja un mundo mejor a mi hija? ¿Cuál va a ser mi legado sobre cual mi hija va a construir su futuro?” Cuando empecé a hacerme estas preguntas empezó mi proceso, en el cual descubrí que quiero acompañar, apoyar y ayudar a las personas a cumplir sus objetivos. Quiero aportar mi experiencia vital, mi empatía y energía inagotable para hacer que las personas puedan sentirse plenas y felices.

No soy ningún gurú, no prometo ser la iluminación de nada ni de nadie, no tengo las respuestas, pero si sé cuestionar lo que parece inamovible o prestablecido. Sé escuchar, sé conectar con las personas y empatizar con lo que éstas sienten. Con las preguntas adecuadas se llega más lejos que con suposiciones preconcebidas. Ser padre de una niña me ha ayudado a conectar con una parte de mi que me ha hecho comprender que lo mejor que puedo hacer es ser la mejor versión de mi mismo, y trabajar constantemente para ser mejor persona. Para ello, debo cuestionar muchas de las creencias que nublan el camino de mi progreso, todo por el futuro de la persona más importante de mi vida, todo es por ella.